La Iglesia declara la guerra al gobierno.
Parece ser que la Iglesia Católica va a movilizar a sus feligreses (enlace a la noticia del diario ABC) en contra de las diversas medidas que el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero quiere llevar a cabo, como son la nueva ley del divorcio, el matrimonio entre homosexuales, ..., y otros asuntos que están siempre de actualidad, como la eutanasia (en gran parte debido a la película de Alejandro Amenábar), el aborto y otros asuntos más.
Y tiene todo el derecho en manifestarse y a que sus fieles se manifiesten. Pero posiblemente, la razón de fondo no sean estas cuestiones, espiritualmente importantes, y tengan más que ver con el tema de la financiación. Tanto la opción voluntaria que hay en la declaración del IRPF como la habitual aportación estatal al sostenimiento de la Iglesia, serán revisadas en los próximos meses. Tampoco hay que olvidar que el frenazo a la ley de enseñanza ha perjudicado a las instituciones de enseñanza católicas, lo cual tiene también un amplio efecto económico. Por tanto, por mucho que el portavoz de la Conferencia Episcopal (J.A. Martínez Camino) rechace la idea de que son estos asuntos y no los otros (los éticos) los que motivan a la Iglesia a movilizar a sus fieles, creo que no convence a la mayoría de la población, una gran parte de ella católica no practicante (posiblemente por el anquilosamiento y el espíritu poco cristiano de las cúpulas dirigentes de la agónica Iglesia Católica).
Es otra vuelta de tuerca sobre la actitud de la Iglesia Católica, que reacciona en unos asuntos que le afectan directamente, pero no en otros afectan a la sociedad en su conjunto, en la que la Iglesia debería estar enmarcada y no por encima de la misma. Por ejemplo, ¿por qué no movilizó a sus feligreses contra la postura del gobierno de Aznar en la guerra de Irak cuando el mismo Papa estaba en contra? Cosas de la vida, pero ya sabemos lo que es el dinero. La Iglesia nunca se ha resistido a su seducción, sobre todo desde que las desamortizaciones decimonónicas (de los ministros del gobierno liberal de Espartero, Juan Álvarez Mendizábal y Pascual Madoz), la dejasen sin el enorme poder económico que poseía en el Antiguo Régimen.
La época de privilegios ha de acabar definitivamente. La Iglesia se debe darse cuenta del giro que debe tomar su rumbo si quiere ir a la par que la sociedad, fomentando para ello el diálogo en su seno, y no discriminando/bloqueando las posturas no oficiales.